Patrimonio cultural

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En esta sección hablaremos del patrimonio histórico y de algunos edificios civiles que vale la pena mencionar. Por desgracia de los restos arqueológicos anteriores a la edad media no queda casi nada, a excepción de algunas cuevas en el cañón del Mijares en la zona oeste del término. Por lo tanto apenas podemos imaginar el antiguo poblado celtibero que se ubicaba en estas tierras. De la época de dominación árabe cabe destacar la mayoría de las acequias y la parte que queda del acueducto sobre el río Rubielos, sirviendo de puerta de entrada a La Fuente de la Salud. Por otra parte el castillo árabe que se situaba en Olba fue desmantelado para las posteriores construcciones cristianas. A pesar de todo podemos destacar los siguientes edificios:
Ayuntamiento de Olba.
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El edificio del Ayuntamiento se construyó en el siglo XVII, tiene la principal característica de todos los Ayuntamientos de la comarca, que es la típica lonja en la planta baja, compuesta por pilares de sillería sobre los que se apoyan los cuatro arcos de medio punto. Todo el edificio en su conjunto sigue el esquema de construcción popular de la época, con la fachada en mampostería y la cornisa alternando tejas y baldosas.
En los últimos años se ha restaurado y acondicionado a las necesidades actuales, se ha limpiado la piedra y sustituido las piezas que faltaban o estaban muy deterioradas, como dinteles, capiteles, molduras, etc. tanto en fachada como en el porche, se ha canalizado la conducción eléctrica, pintado el reloj solar, sustituido las bajantes antiguas de agua por unas nuevas de cobre, sustituido el aseo adecuándolo a discapacitados e instalando ascensor con el fin de facilitar el acceso a todas las personas. Se ha colocado nueva iluminación en fachada y porche.
Iglesia de Santa Catalina.
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La iglesia de Olba está dedicada a Santa Catalina, su estilo es barroco, su construcción de mampostería es uno de los pocos ejemplos en la zona de iglesia de planta jesuítica y data del siglo XVII, formada por tres naves cubiertas con bóveda de medio cañón con lunetos en la central y con bóvedas baídas en las laterales, donde hay unas capillas entre los contrafuertes. La construcción queda rematada por un crucero cubierto con cúpula y una cabecera semicircular. Posee una rica decoración pictórica en sus paredes laterales y techos. Alberga el mausoleo de Francisco Tadeo Colomarde, que fue secretario y ministro de Gracia y Justicia del rey Fernando VII; también se puede disfrutar viendo varios retablos neoclásicos y la imagen de Francisco de Sales. En el exterior podemos admirar su portada neoclásica, que tiene pilastras estriadas con entablamento clásico de tríglifos y métopas, enmarcado por un arco de medio punto y cuerpo superior con hornacina entre pilastrillas con frontón partido. Su torre, compuesta por dos cuerpos, separados por imposta; donde el primero es macizo y de gran altura.
La ermita de San Roque.
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La ermita de San Roque es otra de las construcciones de carácter artístico y cultural de Olba. Es una construcción popular del siglo XVIII, podemos ver el epígrafe «A?’O 1724» grabado en la clave del arco de medio punto de la portada; la construcción está realizada en mampostería y sillería en esquinas, ventanas y portada, su techumbre es a cuatro aguas con cornisa de teja y ladrillo alternando. Tiene dos ventanas laterales y dos más en el frente, una a la izquierda de la puerta y la otra encima. El interior está dividido por un arco toral, una nave cubierta con una bóveda de arista y el presbiterio con bóveda de medio cañón.
La ermita de San Pedro.
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Situada en el antiguo camino de Olba a San Agustín, a 1.800 m. del pueblo en plena montaña, dispone de un porche con bancos a los lados, que sirve como refugio en épocas de tormentas, ya que debido a la altitud y el entorno de bosque, son muy aparatosas y con mucho aparato eléctrico. Una pequeña ventana junto a la puerta de entrada a la ermita nos permite ver el interior de esta, con un pequeño altar donde está situado el Santo. El tejado es a dos aguas y se recoge el agua de lluvia en una cisterna adosada a la ermita. El último fin de semana de Abril, se celebra la romería con gran afluencia de vecinos del pueblo y de los pueblos colindantes. Se conserva la tradición de dar la caridad después de la misa, con el reparto de «molletes» a los asistentes. Se come por los alrededores en las mesas que hay, y después se cantan jotas acompañados por los músicos. También jugaban a la calva y a las cartas.
La ermita de la Virgen de los Desamparados.
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Está situada muy cerca del barrio de Los Ibañez Altos y es la más alejada de Olba, debido a la despoblación, está semiderruida y ya no se celebra ningún acto desde hace muchos años. Antiguamente a primeros de Septiembre se celebraba una fiesta similar a la que se sigue celebrando en San Pedro.
Puente de Carlos IV.
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En el curso alto de los ríos es muy frecuente que se produzcan grandes crecidas debido a las fuertes lluvias y tormentas que se forman en estas zonas montañosas. Para poder estar comunicados los diferentes barrios, se utilizaban palancas o puentes de madera que se debían volver a construir después de grandes riadas.
Este fue el motivo por el cual a finales del siglo XVIII el rey Carlos IV mando construir este puente, ya que era el camino de unión entre Teruel y Valencia, por ese motivo participaron en sufragar su coste todos los pueblos que estaban a 10 leguas alrededor de Olba, unos 56 km, fueron 49 pueblos de Aragón y 68 de Valencia, cada uno de ellos aportó lo que le correspondía según el reparto que se hizo con relación a su población. Como cosa curiosa se excluye del pago a los vecinos que fuesen pobres de solemnidad, pero no a los Eclesiásticos ni otros privilegiados, por ser obra procomunal. El proceso de planificación que duro casi 9 años, comenzó en 1789 y la construcción casi 5, por fin se inauguró en 1803. En aquella época fue una de las obras civiles más grandes de todo su entorno, por su envergadura, desarrollo, planificación y construcción. En el archivo municipal de Olba existen todos los documentos que acreditan su estudio, los cambios efectuados y su aprobación final.
En el transcurso de la Guerra Civil una parte del puente fue destruida para retardar el avance de las tropas contrarias, ya que pasaron por Olba para evitar la carretera principal, primero unos y después otros. Posteriormente se reparó con vigas de hierro y hormigón. En otro puente del pueblo, el del río Rubielos, todavía se pueden ver los agujeros para colocar la carga explosiva, ya que finalmente este puente no lo destruyeron.
Trincheras de la Guerra Civil.
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Las trincheras se encuentran muy cerca de la ermita de San Pedro, tenemos que coger la pista en dirección oeste que al cabo de 100 metros empieza a descender hacia la izquierda y en la siguiente curva a la derecha salimos de la pista y la encontramos. Fue defensa de los republicanos durante el repliegue del frente de Teruel, con la voladura de parte del puente de Carlos IV terminó su utilidad y fueron abandonadas. En la actualidad, gracias a varios cursos sobre arqueología, se encuentran en buen estado de conservacion y su visita es muy recomendable.
Fábrica de lanas.
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Esta fábrica de lanas estaba situada en el barrio de la Tosca muy cerca del río, llegaron a trabajar más de veinte empleados, en su época fue una de las actividades más prosperas de la zona. Se compraba la lana en los pueblos de alrededor, de allí se trasportaba a la fábrica con caballerías, había una sección de lavado y otra de hilado, después se servían los pedidos a los diferentes compradores. A principio de los años 50 fue cerrada y los empleados que quisieron, siguieron trabajando en Rubielos. Hoy en día solo se puede ver unos muros de mampostería y trozos de la acequia Capote que conducía el agua para lavar la lana, de la fabrica se vendieron todas las maquinas y del edificio todo lo que tenía valor en esa época, las tejas y las vigas de madera, por lo que quedó totalmente derruida.
Fábrica de cemento.
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Se extraía el mineral de una mina próxima a los Pertegaces, se trasladaba a la fábrica donde estaba el horno, después de su elaboración se conseguía un cemento rápido muy apreciado por los consumidores, ya que era de muy buena calidad; se distribuían los pedidos a los diferentes almacenes para su comercialización. Posteriormente se ubicó la fábrica en Venta del Aire, donde se tenía que llevar el mineral. A principio de los 90 cambió de dueño y finalmente 3 años después tuvo que cerrar debido a los bajos precios del mercado.
Centrales eléctricas.
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El agua del río Mijares siempre ha sido una riqueza para el valle, por ese motivo se construyó una central eléctrica en los Villanuevas, y cuando suelta el agua, a menos de 200 metros ya se construyó a mitad del siglo pasado, la presa que canaliza el agua hasta los Cantos (Castellón), donde se construyó otra central eléctrica, está a su vez cuando desagua la recoge el pantano de Arenós y a menos de un Kilómetro otra presa, muy cerca de Montanejos, donde se vuelve a canalizar para la central de Cirat. Aguas arriba, en el embalse de los Toranes se coge el agua que hace funcionar la central de las Casas, y a 100 metros se canaliza para la central antes mencionada de los Villanuevas.
Molino de Olba.
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Este molino se construyó hacia el año 1630, se piensa que se edificó sobre los cimientos de un antiguo molino árabe. Ha sido durante su larga existencia, un lugar emblemático para el pueblo y la comarca, ya que era uno de los mejores de la zona por su calidad en el molido, los más mayores comentan que venían de muchos pueblos de alrededor a moler a Olba. Se compone de una limpiadora o criba, donde se eliminan las impurezas del trigo y tres piedras distintas para los diferentes tipos de semillas y calidad de la harina.
A lo largo de su historia ha pertenecido a muchos dueños, al final han sido los diferentes Ayuntamientos los que han arrendado periódicamente la explotación de dicho molino a los diferentes molineros que acudían a la subasta, algunos de ellos con certificado de buena conducta y todos con sus fiadores. El último molinero tuvo contrato desde 1 de Enero de 1960 al 31 de Diciembre de 1964. Los molineros como pago por moler se quedaban parte del producto molido, esta operación se le conoce con el nombre de «maquila».
El molinero tenía la obligación de limpiar la acequia dos veces al año, de levantar los tablillos en caso de riada, ya que era el responsable de los daños ocasionados por dicho motivo en propiedades públicas y particulares, también estaba obligado a dejar para el riego de las huertas una hilera de agua desde la presa al molino y otra del molino aguas abajo. El mantenimiento de la presa estaba a cargo del Ayuntamiento.
Hoy en día el molino ha sido rehabilitado y transformado en un albergue-casa rural, aprovechando su excelente situación y entorno, ideal para descansar y disfrutar tanto del paisaje como del hábitat rural, donde además de alojamiento y comidas se imparten cursos de muy distintos temas y duración, según la época del año y asistentes.